jueves, 18 de junio de 2015

La otra cara de la crisis económica

Éste es un resumen sobre las opiniones del artículo siguiente:

http://www.euribor.com.es/2015/05/05/la-otra-cara-de-la-recuperacion-economica/

Todos los gobiernos tienen una segunda cara, una que no muestran en los medios de comunicación y mucho menos cara a cara. Pues bien, se ha creado una euforia con lo que respecta a datos económicos desde la entrada del PP. (Tenemos una crisis económica que heredamos de Jose Luis Rodríguez Zapatero.

Pues bien, podemos observar fácilmente que Rajoy, el actual presidente del Gobierno, está definido  por la desigualdad: bajos salarios, con la consecuencia de que ahora los que tienen una situación económica mejor se han beneficiado aún más, y los de clase baja están aún peor que antes.


Se prevee que la economía crecerá hasta a un 3% este año, pero no se dice nada acerca de que será el 10% de la población (el que acapara el 55% de la riqueza del país) el mayor beneficiario de este crecimiento, de modo que para el 50% de la población se verá en la continuidad de pobreza para ellos y sus hijos.

Desde el 2011 al 2013, la inversión de servicios sociales familiares en 2.810 millones de € al tiempo que aumentaba el número de familias con todos sus miembros en paro, los desahucios por impago de hipotecas y pobreza energética y 2.300.000 niños viven ya debajo del umbral de la pobreza.

De todo esto sacamos por conclusión:

Cuesta entender que un modelo económico busque el crecimiento y el desarrollo, si para ello tiene que sacrificar el bienestar de su sociedad, hipotecar el futuro de una o dos generaciones debido a que la exclusión social dejará buena parte de su población fuera del sistema, limitada a trabajos marginales que tan solo permitirán la subsistencia, si para ello obliga a parte de sus jóvenes mejor preparados a emigrar para encontrar una oportunidad, si sacrifica inversiones en investigación y desarrollo (ya en 2013 fuimos el país de Europa occidental que menos porcentaje del PIB dedicó a esta partida) y todo ello a cambio de ofrecer estabilidad y buenas perspectivas a unos mercados financieros con hambre insaciable, sin alma, y con  muy pocos rostros reconocibles.


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